domingo, 15 de febrero de 2015

Capítulo 2: Él era mi muchacho.


Vivir con Tao era fácil, y a la vez un desafío para mi auto control.

En los dos primeros días, él me contó algunas cosas sobre sí mismo. Cosas triviales, como su color favorito, la música que escuchaba, su forma preferida de matar, el arma con el que más se sentía a gusto, las matanzas más memorables. Porque para un sicario, matar es algo tan cotidiano como rascarse las partes cuando las malditas bolas pican. Sin ofender, a mí me gustan mis bolas.

Mientras él me contaba sobre eso bebía una taza de café, dando pequeños sorbos y saboreando el líquido. Me comentó más de una vez que el café que yo preparaba era exquisito, le prometí que siempre le haría café.

-¿A cambio de qué?- Me preguntó con una sonrisa que no puedo descifrar.

-¿Qué me puedes dar?- Le devolví la pregunta al no saber muy bien qué contestar. Yo sabía lo que quería, lo quería abajo de mí, desnudo y gimiendo, pero tenía orgullo y no se lo diría. Todo porque yo también quería que me rogara, que se hiciera adicto a mí como yo comenzaba a serlo de él.

El muy puto sonrió, y se acercó a mí con paso silencioso, al igual que todas sus acciones. Se sentó en mi regazo mientras yo me apoyaba por completo en el respaldo de la silla intentando ser difícil y no caer en su seductiva trampa. Aún con su sonrisa en su deliciosa boca, él me besó rápidamente. Yo alcé una ceja.

-¿Eso es todo?- Le pregunté algo decepcionado. Él rió antes de darme un beso de verdad, de esos donde las lenguas danzan juntas, las respiraciones se aceleran y suenan chasquidos en ocasiones. Lo que más recuerdo de ese beso era el café, podía olerlo y disgustarlo gracias a Tao. Yo lo había preparado y recordaba cada ingrediente y qué cantidad había ocupado, y podía saborear la mezcla de ellos en la boca de Tao.

Me gustó tanto la experiencia que a partir de ese día comencé a hacer cafés todas las mañanas, y cada uno diferente al anterior, incluso buscaba en Internet recetas y no las probaba hasta que Tao bebiera su taza y me besara para pagarme el café.

El primer día me costó acostumbrarme a tener a alguien como una sombra. A veces era incómodo, otras veces erótico, y a veces cotidiano.

En las veces incómodas, bueno, ni siquiera puedo escribirlas. Me avergüenzan mucho, pero piensen que Tao me seguía siempre, incluso cuando iba al baño se quedaba detrás de la puerta. Les dejo imaginarse las situaciones incómodas.

La situación incómoda que pasó a ser una de las eróticas, y a la vez cotidianas, fue cuando decidí tomarme una ducha antes de salir junto a Tao a comer. Mientras me sacaba la camisa pude ver por el reflejo del espejo del baño que él estaba apoyado en la pared, mirándome fijamente y sin sonrojos. No quise ser menos, y le miré a través del espejo mientras me desvestía por completo. Agradecía eternamente que hiciera ejercicios, porque mi cuerpo habría dejado a más de uno asombrado. Tenía y sigo teniendo unos lindos abdominales, unos deliciosos brazos y una espalda que dejaba ver mis músculos a la perfección. Sin embargo, Tao no cambió su mirada mientras me veía desde los pies hasta la coronilla, analizando cada parte de mi cuerpo.

Me metí en la ducha, intentando ignorarlo. Unos minutos más tarde lo miré, volví a intentar ignorarlo, volví a mirarlo. Finalmente, abrí la puerta de la ducha (¿qué esperaban? soy millonario) y con un dedo le indiqué que entrara conmigo. Él dejó de apoyarse en la pared y entró aún vestido, sin importarle aparentemente estropear sus ropas.

Le quité la camisa, y eso fue lo único que logre quitarle. Se negó a que le quitara el pantalón y le permití darse ese capricho. Noté algunas, no, muchas cicatrices en su torso, algunas eran largas, otras pequeñas pero más notorias. Las que más me llamaron la atención fue una que tenía forma de corazón justo arriba del ombligo, porque siendo sicario, Tao debió haberse dejado hacer esa cicatriz para tenerla, y esos pensamientos míos fueron correctos.

Yo había terminado de bañarme, pero lo lavé a él, por lo menos su cabello, sus brazos y su espalda. Me perturbaba un poco sus cicatrices, hacían que el odio y la envidia aparecieran dentro de mí. Él lo notó, porque me preguntó la razón de mi mal humor. Yo no le respondí y corté el agua cuando terminé da bañarnos a ambos.

Solo estaba vestido con un pantalón negro cuando Tao se me acercó por la espalda y me abrazó, besando mi cuello. Me pidió que lo perdonara, por haber causado mi enojo. Besé sus labios y le dije que se arreglara, porque comeríamos afuera.

-¿Por qué?- Me preguntó -Sería mejor, y más seguro quedarte.-

-Quiero disfrutar de la poca libertad que me queda.- Le dije a la vez que elegía una camisa -Además, te compraré ropa nueva y todo lo que quieras, si vas a vivir conmigo, también deberías tener tus propias cosas-

Aquél día aprendí lo mucho que le faltaba a Tao para considerarse algo más que un asesino. Una chica, específicamente una mesera, junto a nuestro pedido adjuntó un pequeño papel con un número y me guiñó el ojo antes de irse. Tao la siguió con la mirada y cuando nadie miraba, la chica cayó al suelo. Unos momentos después alguien gritó que estaba muerta.

Miré a Tao acusadoramente. Por supuesto, lo que pensó él fue que la chica me estaba tendiendo una trampa y que me mataría, incluso prohibió que comiera de mi plato hasta que él hubiera comprobado que no estuviera envenenado. Me dijo que le había puesto una pequeña aguja envenenada mientras se marchaba y que al moverse más de la cuenta ésta se clavó en ella y la mató rápidamente. Ésto me lo dijo en chino para que nadie nos culpara de asesinato.

La forma en la que él hablaba el chino era hermosa, tan fluida y suave, casi como si estuviera recitando una poesía eterna. Su tono de voz cambiaba y se hacía más cálida. Incluso sus gemidos sonaban diferente si me pedía en chino que lo penetrara más fuerte.

Le dije que la chica solo me estaba coqueteando, que lo único que quería era que mi pene estuviera en su vagina. No muertes, no venenos, pero sexo. Tao hizo un puchero, mientras decía que no se iba a arriesgar a que ella me matara por rechazarla. Le pregunté con el ceño fruncido la razón de rechazarla y el dijo como si fuera obvio:

-Por que estás conmigo, y yo te puedo dar más placer que esa puta-

En realidad sí, pero yo no lo sabía en aquel momento.

Me encogí de hombros y seguí comiendo, diciéndole a Tao que no se preocupara, que no me interesaba mucho vivir y que solo se asegurara que no me mataran con armas, porque éstas dolían mucho, en cambio el veneno, el veneno suena bien. Él dijo que no permitiría que me mataran de ninguna manera. Le pregunté el por qué.

Esa fue la primera vez que Tao me confesó que me amaba.

No le creí, ¿Qué sabría él del amor? Dejé salir una sonrisa de lado, riéndome un poco de sus palabras. Le dije que no confiaba en sus palabras, le dije que era joven y que no conocía el amor o como amar, le expliqué que no podías amar a alguien con solo haberlo conocido por un día o menos, argumentando que aquello era atracción, pero el amor era algo mucho más profundo y romántico, que no se podía describir pero sí percibir.

Él me dijo que había estado enamorado antes, y que sabía perfectamente lo que se sentía, pero yo negué. Le dije que con su edad, diecisiete años, y su historial de relaciones humanas, era imposible que conociera lo que era estar enfermo de amor, loco de amor.

-¿Acaso lo has estado?-

Negué.

-Pero puedo verlo con mis ojos.- Le dije mientras salíamos del restaurante y nos dirigíamos a mi auto. Tao siempre estuvo alerta, pero sus ojos estaban en mí. -Supongo que has visto a U-know y Hero, eso es amor. Lo que tienen Kyungsoo y Kai, eso es algo enfermizo, supongo que, a su retorcida manera también es amor.-

-¿Cuál es la diferencia entre ellos y nosotros?- Me preguntó sentándose en el asiento del copiloto. Yo encendí el auto y comencé a manejar tranquilamente.

-Que ellos se conocen, que han compartido momentos importantes de sus vidas. Te apuesto a que ambas parejas se conocían antes de que Hero y Kai se volvieran en sus sicarios-

-Eso es cierto... -Murmuró Tao.

Lo era.

Les contaré la historia ahora para no andar con explicaciones estúpidas. Ésto es lo que logré entender de ambas relaciones a partir de lo que todos me comentaban.

Primero están Yunho y Jaejoong. A sus cuatro años Jaejoong perdió a su familia (fueron asesinados frente a él) y lo metieron a un orfanato, la típica historia del chico solitario y de pocas palabras. El punto fue que el jefe de ese entonces de ésta organización de sicarios lo encontró perfecto para convertirlo en el sicario perfecto. Lo adoptó legalmente y desde aquél día comenzó con un entrenamiento que no puedo explicar, pero sí imaginar. ¿Cómo decirlo? ¿Algo así como el servicio militar multiplicado por millones? ¿Un entrenamiento no apto para humanos? Algo así. Entre eso, conoció a Yunho, quién no estaba entrenando para ser un sicario, pero sí para convertirse en el dueño y principal negociante, por decirlo de una manera más... Menos perturbante. Cuando Yunho cumplió los dieciocho se volvió en el jefe junto a mi padre, quién era un simple trabajador del lugar pero con el tiempo demostró tener una capacidad natural para convencer.

Yunho se volvió jefe y Jaejoong su sicario. Por más que lo intentara, Yunho no podía sacarle una gran expresión a su sicario, así que le ordenó a tener sexo con él como última medida. Jaejoong no sabía muy bien qué hacer o cómo hacerlo, así que Yunho le enseñó el maravilloso arte del sexo. A medida que las noches sin dormir pasaban, comenzaban a hablar más. La especialidad de Yunho era la gente, así que logró ablandar el corazón de Jaejoong. Seguía siendo frio, seguía con su tranquilidad y elegancia, pero por lo menos parecía humano.

Con el pasar de los años, Yunho se enamoró de Jaejoong y le ordenó que él lo amara de vuelta. Y así están, ambos amándose a partir del sexo. Lo que era encuentros carnales se convirtió en la llave a un Jaejoong más humano y un Yunho menos Yunho, no sé si se entiende.

Kyungsoo y JongIn a pesar de tener dieciséis años estaban profundamente enamorados. Todo comenzó porque Kyungsoo era un familiar lejano de Jaejoong, el único que Jaejoong sabía de su existencia. Yunho al saber aquello lo buscó y Kyungsoo se volvió en el pequeño protegido de la pareja. Mientras recorría el cuartel general vio un entrenamiento de sicarios, la generación de JongIn y quedó embelesado con el moreno. Le pidió a Yunho que se lo presentara, y con todo el tacto que Yunho puede tener (en otras palabras, lo dijo sin nada de tacto) el jefe le dijo que no se encariñara porque posiblemente moriría un tiempo después. Kyungsoo tuvo la oportunidad de hablar con JongIn, y lo único que le dijo fue "Estaré esperando por ti", porque también le iban a poner un sicario, y sería de la generación de JongIn.

Motivado por Kyungsoo, JongIn asesinó a cada uno de sus compañeros sin dudar cuando la prueba de fuego se realizó, y por eso logró convertirse en el sicario de Kyungsoo con solo catorce años. Después comenzaron los besos, las caricias, los susurros de amor, y eventualmente el sexo. Tan jóvenes y tan desesperados por amar.

Kyungsoo me contó su primera vez con JongIn, así que me aseguraré de ponerlo en algún momento. Pero no ahora, porque mientras yo le explicaba a Tao más o menos lo que era el amor, las bolsas de ropa, comida y otros iban llenando la camioneta.

Cada vez que mencionaba algo nuevo para él, la expresión que ponía era simplemente encantadora, como si hubiera descubierto un continente nuevo o la cura contra algún tipo de enfermedad grave, como si todo tuviera sentido.

Tardé meses en enterarme el porqué de esa expresión. Joder, tardé demasiado en notar lo evidente y darme cuenta de todo. Ahora que recuerdo todas éstas cosas entiendo cada una de sus acciones, cada una de sus hermosas acciones.

Tao era increíble como sicario. Hubo una ocasión en la que me ocultó en un callejón de la nada y me pidió que le esperara sin moverme. Unos segundos después desapareció de mi vista y en menos de diez segundos ya estaba al frente mío como si nada. Minutos más tarde se escuchaba un grito de alguna mujer, probablemente por el cuerpo que había descubierto.

Pero estábamos hablando de cuando fuimos al centro comercial, me ahorraré éstas tonterías para darle más forma a la historia. Bueno, mi historia.

No fue como en otras salidas que yo tuve con mis anteriores novias, sino que fue más rápido, en las compras por supuesto, creo que solo se detuvo unos minutos más cuando vio los productos de la marca Gucci que no tuve molestia en comprar. Nosotros ocupamos, en proporción, más dinero en comida que en ropa.

Por suerte que era Tao y no era Luhan, ese sí que es un pozo sin fondo.

Volviendo al tema de la comida y del amor, yo le contaba a Tao como, según yo, se debía actuar cuando alguien te coquetea sin intenciones de matarte.

-Lo siento, estoy entrenado para no confiar en nadie, aún menos los desconocidos- Me contó como si fuera mi esclavo. Entre los dos, yo siempre fui el esclavo. -La única persona a la que obedezco eres tú-

-¿Qué pasa con Yunho?-

-Yunho era mi jefe, pero al ponerme como tu sicario exclusivo no debo seguir órdenes ajenas a las tuyas-

-Y, si te pidiera que me mataras... ¿Lo harías?-

-Sí, para eso fui entrenado.-

Sin embargo, la ocasión en la que le ordené que me matara él no lo hizo, y siguió ignorando mis órdenes. Quizás por eso sucedió lo que sucedió.

Cuando llegamos a la mansión estaba Xiah esperándome con su sonrisa brillante y muy impaciente, a veces no puedo creer que sea considerado un sicario de élite.Él nos dijo que Yunho quería vernos para presentarme a algunas personas que él consideraba "importantes", en otras palabras, gente metida en la organización de La casa de las amapolas y sus respectivos sicarios.

En ésta ocasión no me pidió vestirme elegante, tampoco hubo invitación. Xiah se marchó rápidamente diciendo que mañana en la mañana habría un coche esperando por nosotros (yo y Tao) además de recordarme otra vez que él siempre me vigilaba y que se alegraba mucho de poder conversar conmigo.

Xiah es el sicario más inocente y sanguinario entre todos. Ya que no tiene a nadie exclusivo a quién proteger (vigilarme a mí es como su segundo trabajo) lo envían a aniquilar agrupaciones enemigas que en realidad dan pena en comparación a nosotros pero bueno, alguno tiene que sobrevivir.

A partir del mensaje que me dio Xiah, no pude dormir fácilmente, así que conversé mucho con Tao hasta quedarnos dormidos. Cuando desperté estaba abrazado a él.

En aquel momento me dio vergüenza, pero ahora lo añoro.


                                                                         Siguiente





No hay comentarios:

Publicar un comentario