martes, 16 de junio de 2015

Capítulo 3: Los relevantes.


La palabra para describir a toda esa gente no era "Importante" sino "relevante", ya que los únicos importantes éramos Yunho, Boa y yo.

Primero estaba un tipo llamado Micky, que obviamente no se llamaba de aquella manera, sólo era un seudónimo. Así como Yunho era U-know, Jaejoong era Hero, Xiah era Junsu, Kai era JongIn, Max era Changmin, D.O era Kyungsoo y así con varios.

A lo que íbamos, aquel tipo llamado Micky se me presentó con aquel seudónimo, una sonrisa y un sombrero sobre la cabeza. Yunho me lo presentó como el encargado de recibir el pago, el dinero. Lo que hacía este tipo era cobrar el pago de matar a tal persona, y para ello tenía que arriesgarse a morir cada vez que lo hacía. Micky es de los sangre fría que pareciera no tener miedos, aunque sí los tiene, muy ocultos pero los tiene. Ya que el dinero es lo que nos mueve, a Micky lo siguen muchos sicarios, como veinte de nuestro bando al mismo tiempo.

Para que no hayan muchas dudas, en general, por cada generación de Sicarios sobreviven unos treinta de los cuales sólo él mejor de su promoción podrá ser elegido para tener a una única persona a quién proteger (que generalmente tiene que ver con sentimentalismo, como JongIn y Kyungsoo, algunos a pesar de ser los mejores no tienen a quienes proteger). Todos los demás son enviados a las calles a proteger a los diferentes miembros de la organización en grupos.

Micky en realidad era Yoochun, Park Yoochun. Eternamente enamorado de Xiah desde el día en que lo conoció. Un día caminando con Xiah este me reveló que Micky siempre le coqueteaba, le regalaba cosas y se le insinuaba pero Xiah lo rechazaba con paciencia infinita. Eso era mentira, todos sabíamos que se Micky le metía el pene en el trasero a Xiah los días en los que la organización no trabajaba.

Después de presentarme a Micky, Yunho me presentó a Max.

Max, o Shim Changmin era un hombre casi tan alto como yo, era guapo pero no tanto como mi amado Tao. Max era, como su nombre lo decía, lo máximo, era extremadamente inteligente, con un humor sarcástico y una lengua afilada que dejaba callado a cualquiera. Era el hacker de la organización, básicamente se encargaba de mantener el registro de cuanto dinero entraba y salía, buscar información de las victimas y jugar juegos en línea. Entre todos, Max tenía el mejor trabajo.

En esa ocasión también conocí a Suho, un hijo de puta quién trabajaba como proveedor de armas y director de la "escuela", si es que se puede llamar así al entrenamiento, de sicarios. ¿Por qué era un hijo de puta? Porque es uno de los tres traidores dentro de esta mortal historia. Otro ya lo he mencionado pero le tengo mucho cariño a pesar de todo, y el último no lo he nombrado aún.

Suho tenía como sicario personal a un chino (como mi querido Tao) llamado Yixing, aunque su nombre en clave era Lay. Éste tenía aspecto de inocencia mezclada con sueño, pero Lay podía llegar a ser incluso más letal que mi Tao.

Por último estaba la jefa Boa, que en realidad era la secretaria, la jefa de la división de mujeres y la que acompañaba a Yunho a buscar nuevos niños para convertirlos en sicarios. Le decíamos jefa porque todos, incluso el mismísimo Yunho la obedecía sin contradicción alguna. Boa no poseía un sicario, sino trece a quienes llamaba sus Juniors, Yunho los llamaba "Super Junior" porque... no sé por qué, creo que nunca me dijo. Boa tenía trece sicarios siguiéndola constantemente (sin ser obvios, por supuesto) porque ella era la única que conocía toda la información de la organización, información que era escrita por ella a mano para que ningún hacker pudiera obtenerla.

Los únicos que sabían lo importante que era Boa éramos yo y Lee Soo Man.

El viejo Lee Soo Man era el fundador de la organización, fue el que comenzó a adoptar niños para convertirlos en sicarios, el que junto a sus inseparables amigos (entre ellos el padre de Yunho y mi tío) comenzaron este trabajo secreto y juraron que obligarían a sus hijos o familiares cercanos.

Me habían dicho que mi tío había muerto en un accidente, ahora sé que fue asesinado por algún sicario enemigo y que el peso de la organización cayó en manos de mi padre a temprana edad. Mi padre debió haber tenido mi edad cuando entró a la organización como un simple ayudante de Minseok.

En la casa de las amapolas somos solo hombres, pero la organización también tiene una especie de sub-división con sicarios mujeres. Uno se llama Girls´ Generation, formado por ocho chicas de élite (antes eran nueve pero la pobre de Jessica murió en un tiroteo contra una organización rival) y otro formado por cuatro jóvenes (Sulli escapó con su novio y fueron asesinados por orden de Yunho) que se hacían pasar por chicas de secundaria.

Esa era nuestra sub-división femenina, cuando teníamos trabajos complicados les pedían ayuda. Boa las mantenía en secreto para los demás, así que pocos sabíamos de la existencia de ellas.

Y bueno, esos eran los relevantes.

-¿En que piensas tanto que no puedes mirarme correctamente?- Me había preguntado Tao cuando volvimos a la mansión.

Ambos estábamos acostados en mi cama, mirándonos en silencio con la luz apagada y la luna iluminando la habitación. Acaricié el rostro de mi amado mientras pensaba en que responderle, decidí no preguntar sobre la organización ya que habíamos tenido demasiado de eso sino que hablar de nosotros.

-¿Que es lo que somos?- Le pregunté sin rodeos.

-Somos lo que tú quieres que seamos- Me respondió Tao dándome la espalda.

Lo dí vuelta haciendo que me mirara y lo besé apasionadamente, pasando mis manos por sus brazos bien formados y encontrando un cinturón con dagas alrededor de su cadera. Él me correspondió con pereza, parecía cansado así que disminuí la intensidad del beso y solo me dediqué a disgustar esa boca tan deliciosa que tenía Tao.

Mi amado Tao.

-Seamos amantes... -Sugerí pero pude ver que en la mirada de Tao aparecía la tristeza.

-No, no seamos amantes, seamos novios, amigos, compañeros, lo que quieras pero no amantes- Me dijo en un murmuro suplicante.

-¿Por qué no?- Pregunté sin saber, en ese momento, la verdadera razón.

-Ay, Kris, es demasiado complicado, solo... - Se quedó en silencio unos segundos -Hay alguien a quién yo quise mucho antes y no he podido olvidarle.-

-¿Era tu amante?-

-No lo sé, no estoy muy seguro de ello pero realmente apreciaba su existencia. Fue el primero en muchas cosas para mí- Me confesó. -Junto a él podía ser el verdadero Tao, el que no es un sicario sino un simple joven perdido entre la inmensidad de la vida y la efímera muerte. Cuando nos acostábamos y teníamos sexo... se sentía simplemente tan bien. No sé si era porque era con él o porque el sexo es sexo-

-¿Quieres averiguarlo?- Le pregunté.

-No por ahora, quiero seguir con las memorias que aún puedo recordar perfectamente antes de comenzar a distorsionar los recuerdos- Me respondió apoyándose en mi pecho. -Eso no significa que te ame menos-

-Tú no me amas, ni siquiera sabes lo que es el amor-Le dije.

-No lo entiendes, yo te amo, yo sé que te amo, pero no de la misma manera en la que creo que amé a... Mi primer amor, supongo.- Tao me abrazó y con sus dedos me acarició un costado de mi cuerpo.

-¿Como es eso?- Pregunté.

-Tal y como me escuchas, te amo.-

-No te entiendo- Insistí.

-Yo te amé antes de que me conocieras- Dijo Tao -Y te sigo amando-

Después de aquello no pregunté más. Tao se veía cansado y yo también lo estaba.

Las horas pasaron y de pronto era el día antes del día en el que me mudaría a la casa de Xiumin por seguridad. Siempre recordaré ese día, fue la primera vez que invadí el cuerpo de Tao en su totalidad.

Estábamos ambos sentados en la cama y sin poder aguantarlo lo besé. Los labios de mi Tao eran el manjar más delicioso que he probado en mi vida. Eran dulces y eróticos a la vez, como si con cada movimiento de su boca me tentara a probar más y más de su cavidad y de su cuerpo. Lo besé y acaricié sus mejillas con delicadeza, una que en ese tiempo estaba seguro de que no había conocido en su mundo de muertes pero que ahora sé que estuve equivocado.

Estuve equivocado en tantas cosas...

Desabotoné cada botón de la camisa de mi Tao con dulzura, con paciencia, sabiendo que estábamos seguros dentro de mi casa (no lo estábamos, pero yo ignoraba eso), los suspiros se me salían sin control y mis dedos exploraron la piel morena y cálida de la espalda de Tao. Bajo la oscuridad de la noche, podía identificar su cuello por el reflejo de su collar con forma de reloj de arena, además de sus manos ya que sus pulseras con el mismo símbolo estaban frías en comparación a su piel tibia.

Besé su cuello, pero pronto me di cuenta de que no sería suficiente para mí, así que lo mordí lo suficientemente fuerte como para que soltara un quejido (recordemos que es un sicario y que ha pasado por muchos dolores anteriormente). Para ese entonces, yo me encontraba sobre mi muchacho, mi Tao, y él bajo mío.

Mío, mío, solamente mío, .En esos momentos él era mío y de nadie más.

Bajé lentamente por su cuerpo hasta llegar a sus pezones. Fue una lucha interna decidir a cual succionar y a cual tocar. Al final decidí chupar el que estaba más cerca de su corazón ya que, quizás, podría escuchar los latidos de su joven corazón mientras intentaba que llegáramos al máximo de los placeres.

Por supuesto, yo ya estaba duro y podía sentir que él también.

Me quité la camisa que llevaba puesta en segundos, ahora ambos estábamos semi desnudos y aún así no lograba sentir ninguna pizca de nerviosismo por parte de Tao, él solo se dejaba tocar, morder, besar, me dejaba hacer lo que se me ocurriera con su cuerpo. Volví a besar sus labios y él respondió con la misma intensidad que yo le daba.

Estaba tan loco de pasión que con manos expertas le quite los pantalones y no dudé en tomar el arma que encontré entre ellos y arrojarla al suelo sin siquiera mirar lo que estaba haciendo por estar concentrado en besar los deliciosos labios de Tao. Le quité los pantalones encontrándome con una especie de cinturón con dagas en su cadera sobre el bóxer. Se la quité con cuidado y me fijé que en sus tobillos tenía unas tobilleras con el mismo signo que estaba en su collar y pulseras.

-¿Y éstos?- Le pregunté sin poder contenerme.

Tao se acercó a mí y me besó tocándome el miembro por sobre el pantalón. Era una técnica para distraerme y funcionó por unos minutos, sin embargo le volví a cuestionar y ésta vez no pudo evitar mi pregunta.

-Fue un regalo, es para la suerte- Me respondió dándome pequeños besos en el pecho.

-¿Suerte?-

-En otras palabras, para no morir-

Me dio un escalofrío al escuchar sus palabras y él rió suavemente. Lo empujé haciendo que cayera sorbe el colchón, llegando a rebotar por la fuerza (no es que Tao fuera mal sicario y no lo haya podido evitar, sino que a su protegido, o sea, yo, no les podían ni levantar la mano). Me saqué los pantalones pateándolos lejos y agarré sus bóxers para sacárselos de un solo movimiento, liberando su miembro de su prisión. Me apresuré en despojarme de mis últimos ropajes.

El resto de los dejo para la imaginación.

                   

                                                                        Siguiente



No hay comentarios:

Publicar un comentario