domingo, 15 de febrero de 2015

Capítulo 2: Él era mi muchacho.


Vivir con Tao era fácil, y a la vez un desafío para mi auto control.

En los dos primeros días, él me contó algunas cosas sobre sí mismo. Cosas triviales, como su color favorito, la música que escuchaba, su forma preferida de matar, el arma con el que más se sentía a gusto, las matanzas más memorables. Porque para un sicario, matar es algo tan cotidiano como rascarse las partes cuando las malditas bolas pican. Sin ofender, a mí me gustan mis bolas.

Mientras él me contaba sobre eso bebía una taza de café, dando pequeños sorbos y saboreando el líquido. Me comentó más de una vez que el café que yo preparaba era exquisito, le prometí que siempre le haría café.

-¿A cambio de qué?- Me preguntó con una sonrisa que no puedo descifrar.

-¿Qué me puedes dar?- Le devolví la pregunta al no saber muy bien qué contestar. Yo sabía lo que quería, lo quería abajo de mí, desnudo y gimiendo, pero tenía orgullo y no se lo diría. Todo porque yo también quería que me rogara, que se hiciera adicto a mí como yo comenzaba a serlo de él.

El muy puto sonrió, y se acercó a mí con paso silencioso, al igual que todas sus acciones. Se sentó en mi regazo mientras yo me apoyaba por completo en el respaldo de la silla intentando ser difícil y no caer en su seductiva trampa. Aún con su sonrisa en su deliciosa boca, él me besó rápidamente. Yo alcé una ceja.

-¿Eso es todo?- Le pregunté algo decepcionado. Él rió antes de darme un beso de verdad, de esos donde las lenguas danzan juntas, las respiraciones se aceleran y suenan chasquidos en ocasiones. Lo que más recuerdo de ese beso era el café, podía olerlo y disgustarlo gracias a Tao. Yo lo había preparado y recordaba cada ingrediente y qué cantidad había ocupado, y podía saborear la mezcla de ellos en la boca de Tao.

Me gustó tanto la experiencia que a partir de ese día comencé a hacer cafés todas las mañanas, y cada uno diferente al anterior, incluso buscaba en Internet recetas y no las probaba hasta que Tao bebiera su taza y me besara para pagarme el café.

El primer día me costó acostumbrarme a tener a alguien como una sombra. A veces era incómodo, otras veces erótico, y a veces cotidiano.

En las veces incómodas, bueno, ni siquiera puedo escribirlas. Me avergüenzan mucho, pero piensen que Tao me seguía siempre, incluso cuando iba al baño se quedaba detrás de la puerta. Les dejo imaginarse las situaciones incómodas.

La situación incómoda que pasó a ser una de las eróticas, y a la vez cotidianas, fue cuando decidí tomarme una ducha antes de salir junto a Tao a comer. Mientras me sacaba la camisa pude ver por el reflejo del espejo del baño que él estaba apoyado en la pared, mirándome fijamente y sin sonrojos. No quise ser menos, y le miré a través del espejo mientras me desvestía por completo. Agradecía eternamente que hiciera ejercicios, porque mi cuerpo habría dejado a más de uno asombrado. Tenía y sigo teniendo unos lindos abdominales, unos deliciosos brazos y una espalda que dejaba ver mis músculos a la perfección. Sin embargo, Tao no cambió su mirada mientras me veía desde los pies hasta la coronilla, analizando cada parte de mi cuerpo.

Me metí en la ducha, intentando ignorarlo. Unos minutos más tarde lo miré, volví a intentar ignorarlo, volví a mirarlo. Finalmente, abrí la puerta de la ducha (¿qué esperaban? soy millonario) y con un dedo le indiqué que entrara conmigo. Él dejó de apoyarse en la pared y entró aún vestido, sin importarle aparentemente estropear sus ropas.

Le quité la camisa, y eso fue lo único que logre quitarle. Se negó a que le quitara el pantalón y le permití darse ese capricho. Noté algunas, no, muchas cicatrices en su torso, algunas eran largas, otras pequeñas pero más notorias. Las que más me llamaron la atención fue una que tenía forma de corazón justo arriba del ombligo, porque siendo sicario, Tao debió haberse dejado hacer esa cicatriz para tenerla, y esos pensamientos míos fueron correctos.

Yo había terminado de bañarme, pero lo lavé a él, por lo menos su cabello, sus brazos y su espalda. Me perturbaba un poco sus cicatrices, hacían que el odio y la envidia aparecieran dentro de mí. Él lo notó, porque me preguntó la razón de mi mal humor. Yo no le respondí y corté el agua cuando terminé da bañarnos a ambos.

Solo estaba vestido con un pantalón negro cuando Tao se me acercó por la espalda y me abrazó, besando mi cuello. Me pidió que lo perdonara, por haber causado mi enojo. Besé sus labios y le dije que se arreglara, porque comeríamos afuera.

-¿Por qué?- Me preguntó -Sería mejor, y más seguro quedarte.-

-Quiero disfrutar de la poca libertad que me queda.- Le dije a la vez que elegía una camisa -Además, te compraré ropa nueva y todo lo que quieras, si vas a vivir conmigo, también deberías tener tus propias cosas-

Aquél día aprendí lo mucho que le faltaba a Tao para considerarse algo más que un asesino. Una chica, específicamente una mesera, junto a nuestro pedido adjuntó un pequeño papel con un número y me guiñó el ojo antes de irse. Tao la siguió con la mirada y cuando nadie miraba, la chica cayó al suelo. Unos momentos después alguien gritó que estaba muerta.

Miré a Tao acusadoramente. Por supuesto, lo que pensó él fue que la chica me estaba tendiendo una trampa y que me mataría, incluso prohibió que comiera de mi plato hasta que él hubiera comprobado que no estuviera envenenado. Me dijo que le había puesto una pequeña aguja envenenada mientras se marchaba y que al moverse más de la cuenta ésta se clavó en ella y la mató rápidamente. Ésto me lo dijo en chino para que nadie nos culpara de asesinato.

La forma en la que él hablaba el chino era hermosa, tan fluida y suave, casi como si estuviera recitando una poesía eterna. Su tono de voz cambiaba y se hacía más cálida. Incluso sus gemidos sonaban diferente si me pedía en chino que lo penetrara más fuerte.

Le dije que la chica solo me estaba coqueteando, que lo único que quería era que mi pene estuviera en su vagina. No muertes, no venenos, pero sexo. Tao hizo un puchero, mientras decía que no se iba a arriesgar a que ella me matara por rechazarla. Le pregunté con el ceño fruncido la razón de rechazarla y el dijo como si fuera obvio:

-Por que estás conmigo, y yo te puedo dar más placer que esa puta-

En realidad sí, pero yo no lo sabía en aquel momento.

Me encogí de hombros y seguí comiendo, diciéndole a Tao que no se preocupara, que no me interesaba mucho vivir y que solo se asegurara que no me mataran con armas, porque éstas dolían mucho, en cambio el veneno, el veneno suena bien. Él dijo que no permitiría que me mataran de ninguna manera. Le pregunté el por qué.

Esa fue la primera vez que Tao me confesó que me amaba.

No le creí, ¿Qué sabría él del amor? Dejé salir una sonrisa de lado, riéndome un poco de sus palabras. Le dije que no confiaba en sus palabras, le dije que era joven y que no conocía el amor o como amar, le expliqué que no podías amar a alguien con solo haberlo conocido por un día o menos, argumentando que aquello era atracción, pero el amor era algo mucho más profundo y romántico, que no se podía describir pero sí percibir.

Él me dijo que había estado enamorado antes, y que sabía perfectamente lo que se sentía, pero yo negué. Le dije que con su edad, diecisiete años, y su historial de relaciones humanas, era imposible que conociera lo que era estar enfermo de amor, loco de amor.

-¿Acaso lo has estado?-

Negué.

-Pero puedo verlo con mis ojos.- Le dije mientras salíamos del restaurante y nos dirigíamos a mi auto. Tao siempre estuvo alerta, pero sus ojos estaban en mí. -Supongo que has visto a U-know y Hero, eso es amor. Lo que tienen Kyungsoo y Kai, eso es algo enfermizo, supongo que, a su retorcida manera también es amor.-

-¿Cuál es la diferencia entre ellos y nosotros?- Me preguntó sentándose en el asiento del copiloto. Yo encendí el auto y comencé a manejar tranquilamente.

-Que ellos se conocen, que han compartido momentos importantes de sus vidas. Te apuesto a que ambas parejas se conocían antes de que Hero y Kai se volvieran en sus sicarios-

-Eso es cierto... -Murmuró Tao.

Lo era.

Les contaré la historia ahora para no andar con explicaciones estúpidas. Ésto es lo que logré entender de ambas relaciones a partir de lo que todos me comentaban.

Primero están Yunho y Jaejoong. A sus cuatro años Jaejoong perdió a su familia (fueron asesinados frente a él) y lo metieron a un orfanato, la típica historia del chico solitario y de pocas palabras. El punto fue que el jefe de ese entonces de ésta organización de sicarios lo encontró perfecto para convertirlo en el sicario perfecto. Lo adoptó legalmente y desde aquél día comenzó con un entrenamiento que no puedo explicar, pero sí imaginar. ¿Cómo decirlo? ¿Algo así como el servicio militar multiplicado por millones? ¿Un entrenamiento no apto para humanos? Algo así. Entre eso, conoció a Yunho, quién no estaba entrenando para ser un sicario, pero sí para convertirse en el dueño y principal negociante, por decirlo de una manera más... Menos perturbante. Cuando Yunho cumplió los dieciocho se volvió en el jefe junto a mi padre, quién era un simple trabajador del lugar pero con el tiempo demostró tener una capacidad natural para convencer.

Yunho se volvió jefe y Jaejoong su sicario. Por más que lo intentara, Yunho no podía sacarle una gran expresión a su sicario, así que le ordenó a tener sexo con él como última medida. Jaejoong no sabía muy bien qué hacer o cómo hacerlo, así que Yunho le enseñó el maravilloso arte del sexo. A medida que las noches sin dormir pasaban, comenzaban a hablar más. La especialidad de Yunho era la gente, así que logró ablandar el corazón de Jaejoong. Seguía siendo frio, seguía con su tranquilidad y elegancia, pero por lo menos parecía humano.

Con el pasar de los años, Yunho se enamoró de Jaejoong y le ordenó que él lo amara de vuelta. Y así están, ambos amándose a partir del sexo. Lo que era encuentros carnales se convirtió en la llave a un Jaejoong más humano y un Yunho menos Yunho, no sé si se entiende.

Kyungsoo y JongIn a pesar de tener dieciséis años estaban profundamente enamorados. Todo comenzó porque Kyungsoo era un familiar lejano de Jaejoong, el único que Jaejoong sabía de su existencia. Yunho al saber aquello lo buscó y Kyungsoo se volvió en el pequeño protegido de la pareja. Mientras recorría el cuartel general vio un entrenamiento de sicarios, la generación de JongIn y quedó embelesado con el moreno. Le pidió a Yunho que se lo presentara, y con todo el tacto que Yunho puede tener (en otras palabras, lo dijo sin nada de tacto) el jefe le dijo que no se encariñara porque posiblemente moriría un tiempo después. Kyungsoo tuvo la oportunidad de hablar con JongIn, y lo único que le dijo fue "Estaré esperando por ti", porque también le iban a poner un sicario, y sería de la generación de JongIn.

Motivado por Kyungsoo, JongIn asesinó a cada uno de sus compañeros sin dudar cuando la prueba de fuego se realizó, y por eso logró convertirse en el sicario de Kyungsoo con solo catorce años. Después comenzaron los besos, las caricias, los susurros de amor, y eventualmente el sexo. Tan jóvenes y tan desesperados por amar.

Kyungsoo me contó su primera vez con JongIn, así que me aseguraré de ponerlo en algún momento. Pero no ahora, porque mientras yo le explicaba a Tao más o menos lo que era el amor, las bolsas de ropa, comida y otros iban llenando la camioneta.

Cada vez que mencionaba algo nuevo para él, la expresión que ponía era simplemente encantadora, como si hubiera descubierto un continente nuevo o la cura contra algún tipo de enfermedad grave, como si todo tuviera sentido.

Tardé meses en enterarme el porqué de esa expresión. Joder, tardé demasiado en notar lo evidente y darme cuenta de todo. Ahora que recuerdo todas éstas cosas entiendo cada una de sus acciones, cada una de sus hermosas acciones.

Tao era increíble como sicario. Hubo una ocasión en la que me ocultó en un callejón de la nada y me pidió que le esperara sin moverme. Unos segundos después desapareció de mi vista y en menos de diez segundos ya estaba al frente mío como si nada. Minutos más tarde se escuchaba un grito de alguna mujer, probablemente por el cuerpo que había descubierto.

Pero estábamos hablando de cuando fuimos al centro comercial, me ahorraré éstas tonterías para darle más forma a la historia. Bueno, mi historia.

No fue como en otras salidas que yo tuve con mis anteriores novias, sino que fue más rápido, en las compras por supuesto, creo que solo se detuvo unos minutos más cuando vio los productos de la marca Gucci que no tuve molestia en comprar. Nosotros ocupamos, en proporción, más dinero en comida que en ropa.

Por suerte que era Tao y no era Luhan, ese sí que es un pozo sin fondo.

Volviendo al tema de la comida y del amor, yo le contaba a Tao como, según yo, se debía actuar cuando alguien te coquetea sin intenciones de matarte.

-Lo siento, estoy entrenado para no confiar en nadie, aún menos los desconocidos- Me contó como si fuera mi esclavo. Entre los dos, yo siempre fui el esclavo. -La única persona a la que obedezco eres tú-

-¿Qué pasa con Yunho?-

-Yunho era mi jefe, pero al ponerme como tu sicario exclusivo no debo seguir órdenes ajenas a las tuyas-

-Y, si te pidiera que me mataras... ¿Lo harías?-

-Sí, para eso fui entrenado.-

Sin embargo, la ocasión en la que le ordené que me matara él no lo hizo, y siguió ignorando mis órdenes. Quizás por eso sucedió lo que sucedió.

Cuando llegamos a la mansión estaba Xiah esperándome con su sonrisa brillante y muy impaciente, a veces no puedo creer que sea considerado un sicario de élite.Él nos dijo que Yunho quería vernos para presentarme a algunas personas que él consideraba "importantes", en otras palabras, gente metida en la organización de La casa de las amapolas y sus respectivos sicarios.

En ésta ocasión no me pidió vestirme elegante, tampoco hubo invitación. Xiah se marchó rápidamente diciendo que mañana en la mañana habría un coche esperando por nosotros (yo y Tao) además de recordarme otra vez que él siempre me vigilaba y que se alegraba mucho de poder conversar conmigo.

Xiah es el sicario más inocente y sanguinario entre todos. Ya que no tiene a nadie exclusivo a quién proteger (vigilarme a mí es como su segundo trabajo) lo envían a aniquilar agrupaciones enemigas que en realidad dan pena en comparación a nosotros pero bueno, alguno tiene que sobrevivir.

A partir del mensaje que me dio Xiah, no pude dormir fácilmente, así que conversé mucho con Tao hasta quedarnos dormidos. Cuando desperté estaba abrazado a él.

En aquel momento me dio vergüenza, pero ahora lo añoro.


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miércoles, 11 de febrero de 2015

Capítulo 1: La casa de las Amapolas.

Las amapolas significan, entre muchas otras cosas, la muerte y el consuelo. Por lo que el nombre del lugar era demasiado apropiado.

Aquel día me vestí con un traje y me miré al espejo pensando en lo extrañas que se estaban tornando las cosas. Mis planes de irme del país habían desaparecido y ahora estaba obligado a ir a un lugar que desconocía, pero no me alteraba mucho, pensaba que, después de todo, no me pasaría nada grave.

Y estuve en lo cierto, lo sigo estando.

Miré mi reloj que marcaba las doce del medio día con un minuto, y cuando volví mi mirada al espejo pude ver que detrás de mí había un joven pelirrojo -notoriamente teñido- quién me miraba sonriente. La sonrisa era porque por fin me podía mirar de cerca sin esconderse como siempre lo había hecho. Se presentó como Xiah, y me pidió que me apresurara en bajar y subir al auto que me esperaba.

-Por fin puedo verte frente a frente, he estado siguiéndote por seis años.- Me dijo sin borrar su sonrisa -Haz crecido mucho Fanfan.-

-¿Fanfan?-

-Así es como te llamo, ahora puedo decírtelo sin miedo.- El detuvo su andar -Todos están esperándote.-

Entré al auto y me dediqué a mirar por la ventana mientras jugaba con mis manos. En algún momento las calles se me hicieron desconocidas, no sabía hacia donde estaba el norte, pero me consolé sabiendo que habían muchos desconocidos vigilándome.

Supe que había llegado cuando miré las flores violetas que adornaban el jardín de un enorme edificio. No era moderno, era más bien viejo y algo descuidado. El auto se detuvo frente a la entrada del edificio y el chófer abrió la puerta para que saliera. Lo primero que vi fue a un joven con rostro adorable, parecido a un baozi, sentado en el peldaño que había en la entrada.

El sonrió y se acercó a mí rápidamente, como si hubiera esperado por mí mucho tiempo. Tomó una de mis manos y sonrió mirándome.

-Mi nombre es Xiumin, tu nombre es Wu Yifan, y ahora te enseñaré tu futura labor como heredero de éste lugar- Me dijo mientras me tiraba de la mano para hacer que caminara más rápido.

Más tarde, yo aprendería que su nombre real era Minseok.

Después de subir doce pisos, la puerta del ascensor se abrieron. Habían varias puertas a lo largo del pasillo, pero sólo una, la que tenía el número 12, era verdadera. Las otras sólo eran para guardar las apariencias, sólo había un departamento en aquel piso.

Xiumin abrió la puerta y dejó que pasara antes que él, invitándome con un gesto de su mano a entrar. Era un departamento, una casa normal, grande, pero normal. No se acercaba a lo que yo creía, pensaba que habrían muchos chicos paseándose en poca ropa, pero en realidad no había alma más que nosotros dos en aquella parte de la casa.

-Ve al comedor y elige un puesto. En un momento serviré los platos- Me dijo apuntando con su dedo el lugar al que debía dirigirme.

Mientras esperaba miré la decoración del departamento, no era nada del otro mundo, no poseía porcelana, o cuadros famosos, de hecho, carecía de la elegancia que se supone que debería tener.

-Disculpa- Lo llamé cuando lo vi pasar cerca -¿Esta es la casa de las Amapolas?-

-En realidad, éste es mi hogar. U-know la llama la casa de las Amapolas porque tengo una obsesión con las amapolas violetas- Explicó sin mirarme -El lugar que tú conocerás como tu lugar de trabajo es otro, pero puedes venir aquí cada vez que lo desees, las puertas de mi hogar siempre estarán abiertas para la familia.-

No se refería a que éramos unidos como una familia, sino que todos compartíamos un lazo inquebrantable. La muerte.

Al poco tiempo entró Kyungsoo y JongIn, aunque en ese tiempo yo los llamaba mentalmente "el chico de los ojos grandes y el moreno sensual", Kyungsoo se sentó frente a mí y me analizó con su mirada. JongIn se quedó a un lado de él, vigilando cualquier movimiento que hacía.

-Así que es verdad.- Murmuró después de un rato -Kai, sabes el lugar en el que estás, puedes sentarte.-

El moreno sensual, Kai o JongIn, se sentó al lado de Kyungsoo, mostrándose más relajado y apartando la vista de mi persona para situarla en el otro.

-Perdón por la espera, aquí tienen sus platos.- Dijo Minseok acercándose con un carrito similar a los que hay en algunos restaurantes, dejando un gran banquete en la mesa. -U-know me dijo que se atrasaría unos minutos, debe estar haciendo cosas importantes con Hero.-

-Como seguir intentando tener hijos- Dijo Kyungsoo por lo bajo, haciendo que JongIn sonriera.

-Yifan, éste es Kyungsoo y su... compañero Kai.- Nos presentó, intentando no decir la palabra "sicario" hasta que Yunho llegara y me explicara todo como sólo él podía hacerlo. -Chicos, éste es Wu Yifan, trátenlo bien porque será el sub-líder.-

-¿Hyung?- Preguntó JongIn. Lo que debió haber preguntado en realidad fue "¿Acaso éste chico no sabe nada?" a lo que Minseok asintió mientras se sentaba a mi lado y comenzaba a comer.

La palabra "compañero" no podía ser más inadecuada para explicar la relación de JongIn y Kyungsoo. Incluso frente a mí, Kyungsoo le daba de comer a JongIn, limpiaba los restos de salsa del moreno con una servilleta y cuando creía que Minseok me distraía lo suficiente con sus preguntas besaba a JongIn silenciosamente.

Podría haber dicho amantes y me hubiera creído la historia de mejor manera.

Yunho entró seguido de Jaejoong cuando ya todos habíamos acabado de comer, de hecho, estábamos compartiendo una enorme copa de helado, con diez sabores diferentes, lleno de crema y berrys. Aquél helado era maravilloso, un regalo del cielo ¿Qué saben ustedes sobre helados? Eso, eso sí que era glorioso.

Gracias a la gran copa de helado me hice más cercano a Kyungsoo y JongIn, ya que el de ojos grandes era bastante curioso. Me preguntaba entre bocados, y yo le respondía de la misma manera. JongIn era más callado, es un chico tímido, por supuesto que le costaba hablar con el extraño que era yo en ese tiempo.

-Ya estás aquí- Dijo Yunho con una sonrisa. Ni siquiera un "lo siento, estoy tarde" o un "Buenas tarde Yifan". Se sentó en la cabecera de la mesa y a un lado de él se sentó Jaejoong.

Minseok rápidamente les llevó comida para que se sirvieran, y Yunho comenzó a comer sin mostrar muchos modales, en cambio Jaejoong no perdía la elegancia que lo caracterizaba.

-Entonces... ¿Ya estás enterado de todo?- Me preguntó Yunho masticando su comida. Yo negué.

-Quería esperar hasta que tú llegaras, ya que eres el mejor para explicar todo ésto- Se excusó Minseok.

-No te preocupes Xiumin, lo entiendo. Perdón por ocupar tu hogar como centro de reuniones, pero sabes que ningún otro lugar sería más seguro que éste.- Le dijo a Minseok. -Como sea, llegó la hora de revelarte el secreto que todos compartimos. Redoble de tambores por favor.-

Jaejoong y Kyungsoo rodaron los ojos, mientras que JongIn y Minseok golpeaban la mesa con sus palmas como si fueran tambores, eso terminó con un gesto de la mano de Yunho.

-Esta es una organización de asesinos a sueldo, también llamado sicarios. Algunas personas millonarias pagan enormes cantidades para hacer que alguien muera, así que nuestra labor es asesinar a quién se nos pida sin dejar evidencias, el crimen perfecto.- Explicó Yunho antes de devorar su arroz -¿Me das más jugo, Xiumin?-

Xiumin le rellenó el vaso con jugo, y después de que Yunho volviera a vaciarlo pudo seguir con su relato.

-Tu padre y yo somos los encargados de recibir los pedidos, ya sabes, de juntarnos con los millonarios y tener claro a la víctima. Además de hacer algunas fichas aburridas, pero en general no es mucho trabajo, sólo unos bla, bla, bla, por aquí y por allá y tienes un trato- Dijo antes de meterse un trozo de carne a la boca -El trabajo sucio lo hacen los sicarios, a quienes tenemos vagando por las calles. Ellos se encargan de matar y después de hacerlo te avisan personalmente. El asunto importante para ti es que no vas a estar a salvo desde ahora, así que, al igual que yo y Kyungsoo, tendrás un sicario personal que te proteja de los que quieran matarte.-

-Espera... ¿Me estás diciendo que voy a trabajar con asesinos a sueldo y que para garantizar mi seguridad voy a tener uno siguiéndome?- Yunho asintió -No quiero tener un gorila detrás de mí por el resto de mi vida.-

-¡Oh!, No, los sicarios con los que trabajamos no son así ¿No crees que sería muy obvio si mandamos a unos hombres gigantes con músculos exagerados?- Me preguntó Yunho -Si quieres ver a un sicario de los nuestros, sólo tienes que mirar a Hero y a Kai.-

Jaejoong me miró con su frialdad natural, mientras que JongIn me saludó con la mano sin muchas ganas.

De Jaejoong podía esperarlo por nuestro primer encuentro, pude notar que era hábil con las armas y que sus movimientos eran tan silenciosos como un gato, además de tener una fuerte determinación. Pero JongIn parecía tan joven, tan joven. En ese tiempo tenía sólo dieciséis años pero ya había matado con anterioridad. El mismo Kyungsoo me contó que era el mejor de su generación y que fue digno de ser su guardián por haber matado a todos los aprendices con los que había vivido mientras entrenaba para convertirse en sicario. Eso quiere decir que mató a cerca de veinte asesinos él solo. JongIn tendría unos catorce años cuando sucedió eso.

-Como podrás adivinar, no tienes opción para negarte.- Me dijo Yunho.

Quise matarlo en ese momento. Yunho parecía un infeliz que jugaba con las vidas de las personas, y ahora yo era un peón más con el que podía hacer lo que desease. Ahora entiendo que no es así, pero ¿Qué iba a saber yo si acababa de conocerlo el día anterior?

Si no mal recuerdo, después de esa frase llegó JongDae con algunas bolsas con comida. Minseok se apresuró en abrazarlo y besarlo a penas lo vio. Le pregunté a Yunho si él también era un sicario a lo que él contestó "No, es sólo el novio de Xiumin y uno de nuestros doctores personales".

Después de aquello Yunho se levantó y tomó mi muñeca para que lo siguiera por los pasillos con Jaejoong detrás de ambos, sigiloso como un gato.Habían muchas puertas en el pasillo, en ese entonces no sabía, pero eran habitaciones que estaban disponibles para los sicarios que querían descansar o simplemente aburrirse en otro lugar.

Yunho golpeó dos veces una de las puertas con sus nudillos antes de entrar. Fue la primera vez que miré a mi amado Tao, mi niño. Él estaba acostado boca abajo en la cama, ocupaba el gorro de su polerón para cubrir sus cabellos y escuchaba música al volumen máximo con sus audífonos. Para hacerse notar, Yunho le tomó de un pie y lo jaló con fuerza haciendo que cayera al suelo, que no era muy digno de un sicario como los que había conocido anteriormente.

-¡¿Qué mierda te pasa Yunho?!- Maldijo Tao quitándose el gorro del polerón y mirándolo con molestia. Yunho sólo hiso una mueca antes de tomarlo con ambos brazos por sus costados y ponerlo de pie.

-Éste es Wu Yifan, desde ahora deberás protegerlo- Le ordenó Yunho pasándole un papel que Tao le quitó con furia antes de leerlo. Sus ojos mostraron algo de tristeza y se mordió los labios a la vez que asentía y guardaba el papel en uno de los bolsillos traseros de su pantalón ajustado.

Tao para mí era tantas cosas, y a la vez solo una: mi amor. Era libertad y encierro, pasión y furia, risas y llanto, sexo y amor. Tenía diecisiete años aquel día en que lo conocí, era alto, pero no tanto como yo, su piel era morena, pero lo que más destacaba en él era las ojeras bajo sus ojos. A cualquiera su apariencia le intimidaría, pero a mí nunca, solo podía estar curioso sobre él. Me fijé que su cuerpo era atlético, y que probablemente pudiera noquear a cualquiera de una patada.

En su cuello había un collar de oro con un símbolo parecido a un reloj de arena, al igual que dos pulseras en ambas manos con el mismo símbolo. Cuando le quité la ropa antes de hacerle el amor, unos días más tarde, pude ver que también tenía unas tobilleras con el mismo símbolo.

Tao era una generación mayor que JongIn, al igual que el moreno, fue el mejor. Era un experto en artes marciales, daba saltos mortales y todo eso, también sabía los puntos débiles de las personas, dejándolas incapacitadas al más puro estilo Matrix. Era un buen asesino, pero le faltaba aprender cosas de humanos que él, siendo criado para matar, nunca aprendió.

La primera vez que cruzamos miradas fue cuando Yunho se fue seguido de Jaejoong, diciéndome que en una semana comenzaría a trabajar, mientras tanto, podía hacer lo que quisiese dentro de lo permitido. En otras palabras, no podía irme del país, o matarme, o delatarlos. Pude ver en sus ojos que había sufrido por alguien, no supe por quién en ese momento, ahora lo sé y odio saberlo.

Con su hermosa mano, Tao me sentó en su cama y él sobre mi regazo, con las piernas abiertas cayendo a los lados y afirmándose de mi nuca. Me miró por mucho tiempo, como detallando con sus ojos mi rostro, lo que no era necesario, normalmente le habría tomado unos pocos segundos en memorizar mi rostro. Lo que él realmente hacía era encontrar las similitudes entre yo y mi padre.

-Wu Yifan- Dijo para sí mismo -Ahora no podrás escaparte de mí-

Le creí en ese momento. Al igual que creí que a pesar de estar tan cerca él no sería capaz de besarme. Y no fue así, nuestro primer beso fue ese día, en ese momento, con Tao en mi regazo con minutos de conocerme y yo permitiéndoselo agarrándolo de su estrecha cintura a la que me hice adicto al poco tiempo.

Recuerdo que me dejé caer sobre la cama y lo llevé a él conmigo, cambié las posiciones haciendo que él quedara debajo mío y lo miré con fuego en mis ojos. Lo volví a besar incontables veces, pasando mis manos por sus muslos que me encantaban, aproveché de morder sus labios tantas veces, tantas, como si fuera un dulce masticable. Me di cuenta que tenía un problema y que él también, entonces le bajé los pantalones y le masturbé haciendo que él soltara gemidos a mi oído, tan erótico que era Tao. Después de correrse, él hizo lo mismo conmigo, solo que utilizó su boca. El mejor sexo oral que he tenido, siempre ha sido Tao el culpable de ello. Me corrí en su boca y el muy sucio se tragó todo mi semen antes de volver a besarme.

Me hice adicto a sus labios, y agradecí que los sicarios fuesen casi como esclavos de sus amos. Incluso cuando peleábamos, le ordenaba que me besase para después terminar ambos pegados a una pared, yo dentro de él y él encima mío, gimiendo como locos. Junto al amor existía la locura, y yo me volvía loco junto a él.

Yo entre besos intentaba preguntarle cosas, como su nombre verdadero, su edad, lugar de origen entre otras cosas, y él respondía "¿Eso importa ahora?" pegando nuestras frentes, acariciando mi mandíbula con sus manos y nuestros labios rozándose.

Cuando Minseok nos llamó para que fuéramos a cenar ambos despertamos de nuestra hipnosis que el amor había puesto en nosotros. Él se alejó primero, pero yo lo retuve dándole un último beso antes de separarme y comenzar a limpiar el semen de Tao que había en nuestras ropas.

-No te preocupes por ocultarlo, te aseguro que los demás no se quedaron quietos durante éste tiempo.- Dijo Tao deteniéndome y entrelazando nuestras manos.

Fue peor, de hecho. Al salir de la habitación pude escuchar unos gemidos proviniendo de la habitación de al lado. Yunho y Jaejoong estaban sentados uno al lado del otro, y, muy discretamente, Jaejoong masturbaba a Yunho por debajo de la mesa. Los únicos decentes parecían Minseok y JongDae, hasta que vi las marcas en el cuello de Minseok, además de unas manchas de semen en la ropa de ambos. Finalmente, lo que habíamos hecho Tao y yo aquella tarde no fue nada al compararlo con esos conejos adictos al sexo.

Después comprendí que no era al sexo a lo que eran adictos.

Cenamos todos juntos, y después de aquello Tao arregló sus cosas para mudarse a mi mansión. Compartimos habitación, cama y otras cosas. Lo mío era suyo, y él era mío. No se inmutó al ver el tamaño del lugar, tampoco al ver todos los lujos que habían.

Él solamente dejó su maleta a un costado de la cama y sacó su pijama. Intenté salir para darle privacidad, pero al notarlo él se levantó.

-Mi deber es protegerte, y ahora si estás lejos de mí estarás en peligro- Me dijo.

Entonces sólo atiné a darle la espalda, y él se cambió rápidamente para no hacerme esperar. Yo estaba acostumbrado a dormir sólo con bóxers, así que sólo me desvestí y me dejé caer en mi cama de dos plazas.

El pijama de Tao, más que pijama era como "ropa para estar cómodo mientras duermo y también para levantarme rápidamente y matar a alguien". El pantalón era algo holgado al igual que su polera, pero podía ver sus clavículas y sus hombros sin esfuerzo.


Aquella noche fue la primera que compartí con Tao. Yo durmiendo tranquilamente mientras que él era como los gatos, dormía atento a todo su alrededor. Nunca dormí tan seguro.


martes, 10 de febrero de 2015

Prólogo: Amapolas violetas


A mis veinte años, yo creía que había visto y entendido muchas cosas. En realidad seguía dentro de una burbuja, una burbuja que explotó borrando la barrera al mundo que yo solía conocer. Ésto sucedió un día después de la muerte de mi padre.

Cuando mi madre me dijo con todo el tacto del mundo que él había muerto, yo no sentí que mi vida cambiara en absoluto. Él siempre se la pasaba, según él, trabajando, dejándonos a mí y a mi madre en una enorme mansión bañados en dinero. Nunca se lo reproché, en realidad me importaba una mierda lo que él hiciera, si estaba vivo o no, no era mi problema.

El rostro de mi madre tampoco pareció muy afectada por aquello, mas, cada vez que me miraba parecía como si pidiera perdón con los ojos. En ese momento no lo entendí, pensaba que, quizás, ella creía que yo estaba triste por mi padre. Ahora comprendo que realmente sentía pena por mí. No por la muerte de mi padre, sino porque yo era su hijo y heredero directo.

Ella, mi madre, en el funeral me abrazó con fuerza como nunca antes. No la aparté, pero no correspondí su abrazo, ahora lo añoro mucho. Mi madre no me abrazó para transmitirme algún sentimiento, solo era una excusa para quedar carca de mi oído y susurrarme:

-Tu padre murió asesinado, y aquél hombre de traje con un ramo de flores violeta es un compañero de trabajo de él. Quiere llevarte para que ocupes su lugar, pero tú debes alejarte, ni siquiera intentes mantener un contacto visual.-

-¿Hay algo que deba saber?- Le murmuré posando mis manos en su cintura, sin intención de alejarla, más que nada, para mantener las apariencias de familia destrozada.

-Tu padre era un buen hombre que estaba en los lugares más equivocados. Yifan, hoy en la tarde me iré de éste país para no regresar. Tú también deberías irte cuanto antes y no volver por nada del mundo.-

Ella me soltó y sujetó mi rostro con sus manos, mirándome a los ojos y yo mirándola a ella y su miserable vida como esposa y mujer. Siempre en casa, sola, sin salir y sin disfrutar de su familia. La mujer que estaba en frente de mí no tenía motivo alguno -además de yo- para quedarse. Ella mordió sus labios con nerviosismo antes de depositar un suave y último beso en mi mejilla.

No miré hacia donde iba, no me importaba. Aquella vez supe que jamás la volvería a ver y no miré su andar por última vez. Preferí acercarme al ataúd de mi padre y sentarme en una de las bancas de madera que habían. Incluso muerto, mi padre había demostrado todo su poder económico al ser un funeral carísimo, lleno de detalles estúpidos que nadie notaría.

Por cierto, el lugar estaba repleto, pero nadie me daba sus condolencias. Solo habían muchas personas que mantenían las apariencias frente a mí, por ser el heredero. No sabía en que trabajaba mi padre, pero lo que sea que fuese, ganaba demasiado dinero para ser legal.

Y sí que era ilegal.

Sentí que alguien se sentaba a mi lado, dejando un espacio de unos treinta centímetros entre nuestros cuerpos. No lo miré, porque pude ver de reojo unas flores violetas. Él tampoco parecía mirarme, incluso, se apoyó completamente en el respaldo mientras que yo mantuve mi cuerpo inclinado hacia adelante, apoyado en mis codos y con las manos entrelazadas.

Después de unos minutos me levanté, y sin mirar al hombre que seguía sentado caminé delante de él para dirigirme a la salida y abandonar ese lugar de una vez. Quería irme, no solo de aquel lugar, sino también de la cuidad, del país, y si fuera posible, del mundo.

Cuando pequeño soñaba con viajar a otros planetas, atravesando galaxias en una nave espacial. Mi cuarto a esa tierna edad estaba forrado en dibujos de galaxias, llenos de estrellas y colores. A veces mi madre me ayudaba a pegarlos en las partes más altas que yo, incluso con la ayuda de una silla no alcanzaba. Gracias a la genética, ahora era muy alto y mi madre parecía más pequeña de lo que era a mi lado.

Lo que arruinó mis planes de viajar fue la mano de Jaejoong, más bien, la daga que puso frente a mi rostro cuando pasaba por su lado. No me hizo daño, ya que su única intención era detenerme y yo pude ver el momento en el que elevó su brazo hacia mi rostro. Los sicarios pueden matarte en un abrir y cerrar de ojos, así que aquel movimiento de Jaejoong fue demasiado lento para él.

Sí, Jaejoong es un sicario y de los mejores. Lo conocí en ese lugar vistiendo un traje completamente negro al igual que su cabello y sus ojos. En cambio, su piel era blanca y sus labios de un tono rojizo que combinaban con su apariencia fría. Jaejoong es el hermoso sicario de Yunho, además de su pareja. Donde estaba Yunho lo seguía Jaejoong como una sombra sigilosa y mortal.

Por ende, Yunho se levantó y avanzó hasta mí jugando con las flores violetas. Supongo que en ese momento mantenía una sonrisa, de esas que se burlaban de mí, especialmente de mí, solo por no haber nacido en aquel mundo donde él reinaba.

-No intentes escapar, ya estás atrapado- Me dijo a mis espaldas. Jaejoong me tomó del hombro y me volteó para que mirara a Yunho. Él también estaba vestido con un traje, y, como era Yunho, se veía demasiado sensual. -Por más que lo intentes, nadie ha salido vivo de las manos de Hero, excepto, tal vez, yo.-

-¿Quién eres?- Le pregunté al no saber su nombre en ese instante. Él sonrió de lado, como siempre lo hace, y ¿Cómo no hacerlo? Le sale genial al infeliz.

-Puedes llamarme U-know, pero soy mucho más que eso- Me dijo con tranquilidad -Yo sé quién eres, así que ahórrate las palabras. Solo vengo a pedirte por las buenas que, como buen heredero, sigas con la labor de tu padre, si sabes a lo que me refiero.-

-No tengo idea a lo que se refiere y no me interesa.- Le respondí, y siendo sincero, quizás no estaba diciendo la verdad en esos momentos.

Yunho alzó una ceja, mirándome como extrañado, después miró a Jaejoong quién pareció leerle la mente y asintió. Siempre he envidiado la capacidad de ellos de comunicarse sin palabras, como si sus mentes estuvieran conectadas.

-La mejor manera de saber, es que lo veas con tus propios ojos.- Me dijo Yunho volviendo a mirarme -Acompáñanos, te aseguro que será un viaje agradable. Chen y Xiumin son muy buenos anfitriones-

Con esa frase pensé "Un prostíbulo, un maldito prostíbulo lleno de putas. En eso trabajaba mi padre" y no me pareció tan mala idea acompañarlos como había sugerido Yunho. Pero los nombres que habían mencionado no parecían femeninos del todo. Supuse que era un prostíbulo exclusivo para gays.

En realidad, la homosexualidad en Corea había dejado de ser un tabú hace años, siendo aceptado por todos. Eso no significó que hubiera un gran cambio en la sociedad, pero sí que se construyeran más lugares exclusivos para gays con mucho dinero.

Y con esas ideas, se me ocurrió que mi padre era dueño de un exclusivo prostíbulo gay, que obviamente era ilegal y yo tendría que hacerme cargo de la parte aburrida, papeles, papeles y más papeles.

Por supuesto, con esos pensamientos en mi mente me negué a pasarme la vida detrás de un escritorio leyendo papeles mientras afuera había mucho sexo. Le dije aquello a Yunho. Mi conciencia, la parte que solo piensa en mi pene me reprochó, diciéndome "¿A quién no le gusta el sexo?". Bueno, yo no tenía ganas de tener sexo con un prostituto, por muy imbécil que fuese en ocasiones con respecto al amor, yo siempre soñé con encontrar a alguien que hiciera mi corazón acelerarse.

Gracias a Yunho lo encontré. Aunque aún falta para que mi amado sea mencionado en su totalidad. Lo que si sucedió aquel día fue que Yunho me dio pequeño golpe en la cabeza, como si hubiera dicho una estupidez y él me la estuviera quitando con el golpe. Se cruzó de brazos y me dijo que en el bolsillo de mi pantalón había un papel con una orden, y que si no la cumplía, la gente que me había estado siguiendo desde que nací se encargaría de hacerlo cumplir.


En los veinte años que tenía en aquel entonces, nunca me percaté de que habían personas acechándome. Fue algo perturbador, pero me relaje cuando Yunho dejó las flores violetas en mis manos antes de marcharse seguido de Jaejoong.

Puse mis manos en mis bolsillos y me percaté de que había un papel doblado por la mitad en él. Seguramente fue Jaejoong quién lo puso. Sigo teniendo ese papel y jamás olvidaré lo que dice:



"El señor Wi Yifan está cordialmente invitado a la casa de las Amapolas. Un coche será enviado para que lo recoja en su mansión a medio día, se le pide que se arregle elegantemente ya que la ocasión lo exige. Si el señor Wu Yifan no acata éstas palabras, las consecuencias podrían ser lamentables.
                                                                    Atentamente: U-know.






La casa de los sicarios









"Te voy a explicar lo que es un sicario: un muchachito, a veces un niño, que mata por encargo."
                                                                                           Fernando Vallejo.


Después de que el padre de Wu Yifan murió, el olor a sangre, sexo y miedo fue cada vez más familiar para el joven heredero. Si no hubiera seguido la orden de Yunho nunca hubiera ido a la casa de los sicarios, tampoco estaría borracho en éstos momentos, y el nombre de Huang Zi Tao no le sería tan doloroso de escribir.


TaoRis

YunJae

KaiSoo

YooSu

BaekYeol

ChangMinho

HunHan

ChenMin

SuLay


Prólogo

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3